
Recién he vuelto de un viaje que me llevo a pellizcar al menos un poquito de los parajes, cultura y tradición del sur de Chile. Algo también de las puertas de la enorme patagonia Argentina. Entre tantas voces e historias he querido destacar aquí mi visita a Lota, un pequeño pueblo ubicado en la Región del Bio Bio.
Actualmente cuenta entre sus mayores atractivos la visita a las abandonadas minas de carbón, las que por casi un siglo alimentaron la codicia y las excentricidades de la familia Cousiño, familia que en su tiempo llego a ser una de las más ricas del mundo y que desde luego continua siendo uno de esos clanes privilegiados en este país de contradicciones.
El paseo inicio conociendo los jardines y casas de los potentados señores, para luego sumergirnos a ese sub mundo que es la mina, a la sub terra que se rescata en la película con ese mismo nombre (la cual de paso recomiendo ver). El contraste entre la excentricidad del patrón y el régimen de seudo esclavitud del minero es sumamente grotesco y remueve los sentimientos más sensibles del corazón. Jornadas laborales de 14 horas continuas bajo condiciones de trabajo infrahumanas, todo por míseras fichas a canjear en las pulperías de la misma compañía.
Después del cierre de la mina acontecido a mediados de la década pasada, en Lota lo que queda son mil historias y el penar de los fantasmas del pasado. Altos niveles de cesantía acompañan la pobreza y precariedad de sus habitantes. La explotación minera vino y se fue, dejando muy poco a su paso a no ser los míseros ingresos que se perciben por la visita de uno que otro turista extraviado que de vez en cuando llega al pueblo (como en mi caso).
Esta historia está destinada a repetirse en muchos lugares, entre ellos los casos que antes expuse. Y con todo esto al final, ¿qué es lo que se gana?.
PD: Arriba la foto de las antiguas barracas en la que se hacinaban los mineros y la entrada al temido chiflón del diablo. Dato curioso: entre los accesorios empleados para la escenografía y las locaciones de la película subterra, encontramos unos empaques de café el indio (café hondureño muy consumido entre la población, pero aclaro, de muy mala calidad).
Actualmente cuenta entre sus mayores atractivos la visita a las abandonadas minas de carbón, las que por casi un siglo alimentaron la codicia y las excentricidades de la familia Cousiño, familia que en su tiempo llego a ser una de las más ricas del mundo y que desde luego continua siendo uno de esos clanes privilegiados en este país de contradicciones.
El paseo inicio conociendo los jardines y casas de los potentados señores, para luego sumergirnos a ese sub mundo que es la mina, a la sub terra que se rescata en la película con ese mismo nombre (la cual de paso recomiendo ver). El contraste entre la excentricidad del patrón y el régimen de seudo esclavitud del minero es sumamente grotesco y remueve los sentimientos más sensibles del corazón. Jornadas laborales de 14 horas continuas bajo condiciones de trabajo infrahumanas, todo por míseras fichas a canjear en las pulperías de la misma compañía.
Después del cierre de la mina acontecido a mediados de la década pasada, en Lota lo que queda son mil historias y el penar de los fantasmas del pasado. Altos niveles de cesantía acompañan la pobreza y precariedad de sus habitantes. La explotación minera vino y se fue, dejando muy poco a su paso a no ser los míseros ingresos que se perciben por la visita de uno que otro turista extraviado que de vez en cuando llega al pueblo (como en mi caso).
Esta historia está destinada a repetirse en muchos lugares, entre ellos los casos que antes expuse. Y con todo esto al final, ¿qué es lo que se gana?.
PD: Arriba la foto de las antiguas barracas en la que se hacinaban los mineros y la entrada al temido chiflón del diablo. Dato curioso: entre los accesorios empleados para la escenografía y las locaciones de la película subterra, encontramos unos empaques de café el indio (café hondureño muy consumido entre la población, pero aclaro, de muy mala calidad).
1 comentarios:
Y la historia se repite... 1985... en Bolivia para solucionar el proceso hiperinflacionario se aplicó el decreto supremo 21060, un decreto que marcó la historia del país abriendo las puertas a la consolidación del modelo neoliberal...efectivamente se eliminó la hiperinfalción y quien piensa sólo en estadísticas podrá decir: "medida exitosa"...pero tal vez esta apreciación cambia si a alguien le importan los 23.000 mineros que fueron "relocalizados" (despedidos), sin trabajo de una día al otro, que migraron y acrecentaron los cordones de pobreza...con los pulmones detrozados a cuestas, viendo reducirse el tamaño de sus bolsillos, sus vidas y su dignidad...aún muchos de ellos y sus descendientes...viven las consecuencias de esta medida...
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